Del libro de Phillipe Olle-Laprune.
En una carta al emperador, escrita en la ciudad de méxico el 20 de octubre de 1541, Jerónimo López declara : ” la lectura y la escritura son tan perjudicales como el diablo… Todos los días hay más indios que hablan un latín tan elegante como el de Cicerón”. Sería cruel y fácil citar aquí las palabras de personajes contemporáneos que son el reflejo fiel de esa afirmación.
Los choques entre clanes son raros porque implicaría una voluntad de diálogo y de debate que no existe. Desde los Contemporáneos hasta las últimas interpretaciones decadente del sistema ( de dizque intelectuales agrupados en torno a publicaciones comerciales que se atribuyen el nombre de revistas culturales), la idea de grupo ha sido pensada para una acción dentro del grupo, fija los límites del diálogo; la soledad allí se vuelve plural.
Según Lowry, México, con sus paisajes melancólicos y nostálgicos es un lugar propicio para los remordimientos, para machacar las culpas.
De la misma manera que el mundo indigena y la sociedad mexicana se ignoraron durante mucho tiempo, las literaturas no tuvieron ningún contacto entre sí: concentrada cada uno en sus problemas y sus criterios estéticos, no buscaban ningún intercambio. Dado el desprecio o incluso la hostilidad que provocaban, las literaturas de las lenguas indigenas erigieron el secreto o la discreción como modo de existencia.