Mes: junio 2010
Pobreza, Desigualdad y Exclusión social en la ciudad del siglo XXI
Hace cien años sólo dieciséis ciudades tenían más de un millón de habitantes, y ahora más de quinientas ciudades pueden ostentar aglomeraciones de gran magnitud; tres de éstas ( Bombay, Sao Paulo y la zona metropolitana de la Ciudad de México) con alrededor de veinte millones.
El contexto urbano muestra profundas desigualdades en medio de una urbanidad fragmentada por el desempleo, la inseguridad, la centralidad del trasporte por sus grandes aglomeraciones y presiones de vivienda, que revelan la percepción de una ciudad hostil: “desplazando a sus habitantes”.
La ciudad moderna puede ser vista como la dimensión urbana de las diversas formas de socialización del acceso y del consumo vía bienes y servicios públicos propia del Estado benefactor, lo cuál se corresponde con el desarrollo del modelo del Estado de Bienestar instalado en la democracia de las posguerra.
Se presenta la auto segregación residencial de sectores medio-altos y altos, en lugares cerrados o semicerrados, habitados por grupos en condiciones de afluencia económica, que eligen esta forma de habitar ante los riesgos de la ciudad.
Para los más pobres la imposición de regímenes militares en diferentes países de América Latina se tradujo en una acción gubernamental de estas familias desde sus barrios originales hacia las periferias lejanas. A partir de entonces, y hasta las aperturas democráticas de los años ochenta, el pensamiento y las reflexiones de las ciencias sociales poco incidieron en la formulación de políticas sociales para combatir la pobreza y promover el desarrollo de los países latinoamericanos.
El llamado sector informal ha venido acrecentando su participación en el empleo de la región: 28.9% en 1980, 42.8% en 1990 y 46.4% al comenzar el siglo XXI. En menos de un cuarto de siglo pasó de menos de la tercera parte a casi la mitad del empleo urbano. Se calcula que de los 29 millones de nuevos empleos generados en América Latina entre 1990 y 1999, 20 millones corresponden al sector informal. (CEPAL, 2001).
El momento del cinismo: al no resultar cierta la teoría del goteo y su correlato ( el que el fortalecimiento institucional iría ordenado, de arriba hacia abajo, al mundo social, a los espacios de la sociedad civil), la arquitectura institucional debió conformarse con el modelo cínico de dos pisos: aunque abajo la masa se hundiera en la precariedad, la anomia y la incultura, lo que por ahora importaba era que el mundo de la exclusión y del desorden no contaminara el espacio de acuerdo de los integrados, revelándose los pactos de gobernabilidad, como el instrumento clave de la nueva situación.
La mejor manera de realizar el derecho humano a una alimentación mínimamente adecuada no significa el recibo de recibir comida en caso de necesidad, sino algún otro mecanismo jurídico que impida la concentración de la propiedad de la tierra, que prohíba la usura o el acaparamiento de los artículos de primera necesidad, o que proporcione atención a la infancia, educación, subsidios para la reorientación profesional, las prestaciones, el desempleo o los créditos de puesta en marcha.
Noción de Desarrollo humano
El desarrollo humano es el proceso mediante el cual se amplían las oportunidades de la gente, las más importantes son una vida prolongada y saludable, acceso a la educación y el disfrute de una vida decente. Otras oportunidades incluyen la libertad política, la garantía de los derechos humanos y el respeto a sí mismo.
Los múltiples problemas de muchas naciones industrializadas ricas demuestran que los altos niveles de ingreso en sí mismo, no garantiza el progreso humano. El bienestar de una sociedad depende del uso que se le da al ingreso, no del nivel del ingreso mismo.
Los seres humanos son más que bienes de capital para la producción de bienes de consumo, son también los fines ulteriores y los beneficiarios del proceso.
El desarrollo humano tendría dos lados. Primero, la formación de capacidades: mejor salud, conocimientos y habilidades y lo segundo, es el uso que hace la gente para adquirir dichas capacidades. Se requiere construir la capacidad, para brindar el acceso a dichas oportunidades.
Las políticas aplicadas para incrementar la equidad a partir de la inversión en capital humano, de hecho fomentan el crecimiento económico a más largo plazo y, consecuentemente, reducen la pobreza.